BEN MAGEC DICE: NI UNA CAMA MÁS; EL MERCADO REPLICA: 60.000 CAMAS AL DESGUACE. ¿SON SUFICIENTES CAMAS MENOS?
El hecho que una asociación ecologista como es Ben Magec se dedique a recoger firmas en contra de nuevas camas turísticas y consiga reunir hasta 35.000 es una prueba categórica del desconocimiento e ignorancia que predomina en nuestra población sobre ‘la cosa’ turística. A la vista de estos hechos, no hay más remedio que pensar que, o bien hay gente que firma y da sus datos a cualquiera que se los pida por el simple hecho de tener argumento ecológico de por medio, o la ignorancia sobre lo que significa el turismo para Gran canaria es supina; todo parece indicar que prevalece en gran parte de nuestra población el criterio que los ‘chonis’ vienen a nuestra Isla a hacer sus necesidades fisiológicas y a echarnos de las playas. Todo indica que, dentro de los poderes públicos, nadie se ha preocupado lo suficiente de transmitir a la sociedad el mensaje de que los ‘chonis’ que nos visitan significan ni más ni menos que el 80%, aproximadamente, de la economía de la Isla y que un descenso en su afluencia se traduce en cientos de trabajadores que van al paro, así de simple pero también de drástico para quienes vean perder sus puestos de trabajo, que no es solamente un drama personal sino que tiene una influencia generaliza en el consumo de todo tipo de géneros.
Al postulado de Ben Magec de “ni una cama más” -postulado compartido por un relevante cuadro de políticos que han encontrado en el populismo y la irracional demagogia el ser y la razón de sus quehaceres cotidianos- es seguir manteniendo a Gran Canaria en la hibernación de su crecimiento económico. Me explico: Desde el año 1992 en que el Cabildo de Gran Canaria suspendió las licencias de construcciones hoteleras y desclasificó suelo turístico por un tubo, especialmente en la costa de Mogán, a cuento de la redacción del Plan Insular de Ordenación del Territorio, el primer PIOT, aprobado en 1995 por el Gobierno de Canarias y anulado tres años más tarde por el Tribunal Supremo, Gran Canaria ha estado sometida a una política intervencionista inmisericorde por parte del Gobierno de Canarias que, al día de hoy, sigue encadenada por la, para Gran Canaria, fatídica Ley de Directrices o Moratoria turística del expresidente Román Rodríguez y sus mentores áticos. Consecuencias: como primera y más grave que Gran Canaria ha pasado de ser el buque insignia del turismo canario a un segundo lugar a mucha distancia del primero, Tenerife, y ya desbancada en algunos mercados, especialmente el peninsular, por la isla ‘menor’ de Lanzarote.
Retomando ahora lo de “ni una cama más”, no queda más remedio que decir a los que postulan tal concepto que ha lugar a inquietarse por semejante posicionamiento porque en los tres años venideros, pero no más de cinco casi seguro, de las 80.000 camas extrahoteleras que hoy existen en San Agustín-Playa del inglés-Campo Internacional, hay unas 50 o 60.000 que tienen todas las papeletas para pasar a ser residenciales, por lo que de las 153.000 camas, aproximadamente, que tiene censadas Gran Canaria en la actualidad habrá que dar de baja en el inventario a esas 50 0 60.000, así que el Parlamento de Canarias, tan dado a ocuparse de camas turísticas, podrá dar la satisfacción a Ben Magec de que no sólo una cama más sino que de aquí a tres o cuatro años tendremos 60.000 menos. Gran Canaria pasará a unas 100.000 en muy pocos años si se mantiene el criterio de “ni una cama más”. Toda la parafernalia verbal montada con lo de la rehabilitación de la planta obsoleta es pura utopía por la sencilla razón que esa rehabilitación requiere inversión por parte de sus respectivos propietarios y nadie mete dinero en un negocio si no tiene perspectivas razonables de obtener un beneficio y ese beneficio es más que cuestionable puesto que la gran mayoría de las camas extrahoteleras de Maspalomas-Costa Canaria no son competitivas, no tienen demanda y continuarán siendo expulsadas del mercado turístico sin compasión. ¿Y qué opción le queda al propietario de un bungalow o apartamento en la zona turística que entre dentro del concepto mencionado? O habitarlo él mismo como segunda vivienda o venderlo, si encuentra comprador. El turismo de salud, que apuntaba como posible solución al problema de demanda de la cama extrahotelera de Playa del Inglés en mis últimas exposiciones, no parece tener viabilidad por la falta de disposición de las administraciones implicadas a afrontar ese reto.
Y ahora puede suscitarse la pregunta: ¿Qué va a significar el cierre de explotaciones turísticas de unas 50 0 60.000 camas extrahoteleras en el municipio de San Bartolomé de Tirajana? Como quiera que estas camas serán expulsadas del mercado turístico porque no tienen demanda y, sobre todo, porque las tres administraciones responsables -Gobierno de Canarias, Cabildo y Ayuntamiento- han dejado degradarse la zona turística hasta situaciones extremas, quiere esto decir que, al pasar a residenciales, toda la mano de obra que hoy tiene en esos complejos un puesto de trabajo irá al paro con pocas expectativas de otro puesto de trabajo en la zona turística porque se ha congelado desde años el crecimiento de la oferta hotelera, que sí tiene mercado, y es la que hoy, y en los próximos tres o cuatro años, debería ir absorbiendo la mano de obra que se está quedando sin empleo en los complejos extrahoteleros.
Ahora el interrogante: ¿este aumento masivo de paro en la zona turista sureña que está a la vuelta de la esquina se pudo evitar? Por supuesto que se pudo evitar en gran medida; todo era una cuestión de planificar debidamente, sólo eso. Posiblemente el lector se preguntará: ¿planificar qué y cómo? Muy sencillo: todas las disposiciones, decretos y leyes por parte del Cabildo grancanario y el Gobierno de Canarias sacados desde 1992 hasta el 2003 han ido orientadas hacia un parón drástico del crecimiento turístico, precisamente el crecimiento hotelero que Gran Canaria tanto necesitaba para seguir siendo competitiva; estas decisiones han sido tomadas incluso a nivel de Parlamento, como fue el caso de la Ley de Directrices de 2003, aprobada por unanimidad de todo el arco parlamentario, y aún en vigor al día de hoy. No existe parangón en la historia de las democracias occidentales en que alguna de ellas haya congelado por ley el crecimiento económico de una actividad que resultase ser la columna vertebral de su economía, como es el caso del turismo-construcción para Gran Canaria que depende en casi un 80% de ese binomio. La Ley de Directrices o Moratoria turístico ha significado un verdadero haraquiri para Gran Canaria porque fue aprobada por el Parlamento sin que existiera un desinteresado estudio del mercado turístico que, de haberlo habido y divulgado entre los parlamentarios semanas antes del día de la votación de la Ley, tal vez ésta no habría sido aprobada. ¿Razones? Bastantes. Ese estudio de mercado habría puesto de manifiesto de forma inequívoca que la demanda del mercado turístico europeo hacía ya una década que se había decantado por la cama hotelera de calidad, entre las cuatro y las cinco estrellas, y esa demanda de calidad no será regresiva sino progresiva, es decir, que la demanda de ese mercado va evolucionando sin pausa hacia más calidad y hacia oferta complementaria de ocio que Gran Canaria, por la obsesiva fijación de sus administraciones en controlar e intervenir irracionalmente en el mercado de la oferta y la demanda, ha estrangulado su crecimiento durante años claves y la ha dejado estancada en los años ochenta, mientras que la demanda del mercado turístico sigue caminando hacia la calidad a pasos de gigante. Parece cosa de ciencia ficción que se siga manteniendo congelado el crecimiento de la cama hotelera desde comienzos de la década, se insista sobre la continuidad de la Moratoria y se pretenda satisfacer esa demanda exigente del mercado con camas extrahoteleras de los años sesenta y setenta que, incluso renovadas, misión casi imposible, no quiere nadie de poder adquisitivo medio alto.
Así las cosas, y ante la competitividad perdida de forma irreversible y el tsunami de paro que se avecina, y ante la insistencia de cuadros políticos grancanarios de prorrogar la Moratoria (véase las declaraciones del PSC en el diario La Provincia/Diario de Las Palmas del día de hoy), solo cabe añadir: “Perdónalos Señor………”
Las Palmas de Gran Canaria, 9 de abril de 2008.
Daniel Garzón Luna
Mismo artículo con información gráfica en mis páginas web: http://danielgarzonluna.blogspot.com/ y http://spaces.msn.com/members/zxcvbn14,
El hecho que una asociación ecologista como es Ben Magec se dedique a recoger firmas en contra de nuevas camas turísticas y consiga reunir hasta 35.000 es una prueba categórica del desconocimiento e ignorancia que predomina en nuestra población sobre ‘la cosa’ turística. A la vista de estos hechos, no hay más remedio que pensar que, o bien hay gente que firma y da sus datos a cualquiera que se los pida por el simple hecho de tener argumento ecológico de por medio, o la ignorancia sobre lo que significa el turismo para Gran canaria es supina; todo parece indicar que prevalece en gran parte de nuestra población el criterio que los ‘chonis’ vienen a nuestra Isla a hacer sus necesidades fisiológicas y a echarnos de las playas. Todo indica que, dentro de los poderes públicos, nadie se ha preocupado lo suficiente de transmitir a la sociedad el mensaje de que los ‘chonis’ que nos visitan significan ni más ni menos que el 80%, aproximadamente, de la economía de la Isla y que un descenso en su afluencia se traduce en cientos de trabajadores que van al paro, así de simple pero también de drástico para quienes vean perder sus puestos de trabajo, que no es solamente un drama personal sino que tiene una influencia generaliza en el consumo de todo tipo de géneros.
Al postulado de Ben Magec de “ni una cama más” -postulado compartido por un relevante cuadro de políticos que han encontrado en el populismo y la irracional demagogia el ser y la razón de sus quehaceres cotidianos- es seguir manteniendo a Gran Canaria en la hibernación de su crecimiento económico. Me explico: Desde el año 1992 en que el Cabildo de Gran Canaria suspendió las licencias de construcciones hoteleras y desclasificó suelo turístico por un tubo, especialmente en la costa de Mogán, a cuento de la redacción del Plan Insular de Ordenación del Territorio, el primer PIOT, aprobado en 1995 por el Gobierno de Canarias y anulado tres años más tarde por el Tribunal Supremo, Gran Canaria ha estado sometida a una política intervencionista inmisericorde por parte del Gobierno de Canarias que, al día de hoy, sigue encadenada por la, para Gran Canaria, fatídica Ley de Directrices o Moratoria turística del expresidente Román Rodríguez y sus mentores áticos. Consecuencias: como primera y más grave que Gran Canaria ha pasado de ser el buque insignia del turismo canario a un segundo lugar a mucha distancia del primero, Tenerife, y ya desbancada en algunos mercados, especialmente el peninsular, por la isla ‘menor’ de Lanzarote.
Retomando ahora lo de “ni una cama más”, no queda más remedio que decir a los que postulan tal concepto que ha lugar a inquietarse por semejante posicionamiento porque en los tres años venideros, pero no más de cinco casi seguro, de las 80.000 camas extrahoteleras que hoy existen en San Agustín-Playa del inglés-Campo Internacional, hay unas 50 o 60.000 que tienen todas las papeletas para pasar a ser residenciales, por lo que de las 153.000 camas, aproximadamente, que tiene censadas Gran Canaria en la actualidad habrá que dar de baja en el inventario a esas 50 0 60.000, así que el Parlamento de Canarias, tan dado a ocuparse de camas turísticas, podrá dar la satisfacción a Ben Magec de que no sólo una cama más sino que de aquí a tres o cuatro años tendremos 60.000 menos. Gran Canaria pasará a unas 100.000 en muy pocos años si se mantiene el criterio de “ni una cama más”. Toda la parafernalia verbal montada con lo de la rehabilitación de la planta obsoleta es pura utopía por la sencilla razón que esa rehabilitación requiere inversión por parte de sus respectivos propietarios y nadie mete dinero en un negocio si no tiene perspectivas razonables de obtener un beneficio y ese beneficio es más que cuestionable puesto que la gran mayoría de las camas extrahoteleras de Maspalomas-Costa Canaria no son competitivas, no tienen demanda y continuarán siendo expulsadas del mercado turístico sin compasión. ¿Y qué opción le queda al propietario de un bungalow o apartamento en la zona turística que entre dentro del concepto mencionado? O habitarlo él mismo como segunda vivienda o venderlo, si encuentra comprador. El turismo de salud, que apuntaba como posible solución al problema de demanda de la cama extrahotelera de Playa del Inglés en mis últimas exposiciones, no parece tener viabilidad por la falta de disposición de las administraciones implicadas a afrontar ese reto.
Y ahora puede suscitarse la pregunta: ¿Qué va a significar el cierre de explotaciones turísticas de unas 50 0 60.000 camas extrahoteleras en el municipio de San Bartolomé de Tirajana? Como quiera que estas camas serán expulsadas del mercado turístico porque no tienen demanda y, sobre todo, porque las tres administraciones responsables -Gobierno de Canarias, Cabildo y Ayuntamiento- han dejado degradarse la zona turística hasta situaciones extremas, quiere esto decir que, al pasar a residenciales, toda la mano de obra que hoy tiene en esos complejos un puesto de trabajo irá al paro con pocas expectativas de otro puesto de trabajo en la zona turística porque se ha congelado desde años el crecimiento de la oferta hotelera, que sí tiene mercado, y es la que hoy, y en los próximos tres o cuatro años, debería ir absorbiendo la mano de obra que se está quedando sin empleo en los complejos extrahoteleros.
Ahora el interrogante: ¿este aumento masivo de paro en la zona turista sureña que está a la vuelta de la esquina se pudo evitar? Por supuesto que se pudo evitar en gran medida; todo era una cuestión de planificar debidamente, sólo eso. Posiblemente el lector se preguntará: ¿planificar qué y cómo? Muy sencillo: todas las disposiciones, decretos y leyes por parte del Cabildo grancanario y el Gobierno de Canarias sacados desde 1992 hasta el 2003 han ido orientadas hacia un parón drástico del crecimiento turístico, precisamente el crecimiento hotelero que Gran Canaria tanto necesitaba para seguir siendo competitiva; estas decisiones han sido tomadas incluso a nivel de Parlamento, como fue el caso de la Ley de Directrices de 2003, aprobada por unanimidad de todo el arco parlamentario, y aún en vigor al día de hoy. No existe parangón en la historia de las democracias occidentales en que alguna de ellas haya congelado por ley el crecimiento económico de una actividad que resultase ser la columna vertebral de su economía, como es el caso del turismo-construcción para Gran Canaria que depende en casi un 80% de ese binomio. La Ley de Directrices o Moratoria turístico ha significado un verdadero haraquiri para Gran Canaria porque fue aprobada por el Parlamento sin que existiera un desinteresado estudio del mercado turístico que, de haberlo habido y divulgado entre los parlamentarios semanas antes del día de la votación de la Ley, tal vez ésta no habría sido aprobada. ¿Razones? Bastantes. Ese estudio de mercado habría puesto de manifiesto de forma inequívoca que la demanda del mercado turístico europeo hacía ya una década que se había decantado por la cama hotelera de calidad, entre las cuatro y las cinco estrellas, y esa demanda de calidad no será regresiva sino progresiva, es decir, que la demanda de ese mercado va evolucionando sin pausa hacia más calidad y hacia oferta complementaria de ocio que Gran Canaria, por la obsesiva fijación de sus administraciones en controlar e intervenir irracionalmente en el mercado de la oferta y la demanda, ha estrangulado su crecimiento durante años claves y la ha dejado estancada en los años ochenta, mientras que la demanda del mercado turístico sigue caminando hacia la calidad a pasos de gigante. Parece cosa de ciencia ficción que se siga manteniendo congelado el crecimiento de la cama hotelera desde comienzos de la década, se insista sobre la continuidad de la Moratoria y se pretenda satisfacer esa demanda exigente del mercado con camas extrahoteleras de los años sesenta y setenta que, incluso renovadas, misión casi imposible, no quiere nadie de poder adquisitivo medio alto.
Así las cosas, y ante la competitividad perdida de forma irreversible y el tsunami de paro que se avecina, y ante la insistencia de cuadros políticos grancanarios de prorrogar la Moratoria (véase las declaraciones del PSC en el diario La Provincia/Diario de Las Palmas del día de hoy), solo cabe añadir: “Perdónalos Señor………”
Las Palmas de Gran Canaria, 9 de abril de 2008.
Daniel Garzón Luna
Mismo artículo con información gráfica en mis páginas web: http://danielgarzonluna.blogspot.com/ y http://spaces.msn.com/members/zxcvbn14,
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