GRAN CANARIA EN SU ENCRUCIJADA

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miércoles, 23 de junio de 2010

¿SE LE PASÓ A LA UE EL ARROZ CON TURQUÍA, SU SOCIO EN LA OTAN?

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GRAN CANARIA EN SU ENCRUCIJADA (y LXXXIV - 84 -)


¿SE LE PASÓ A LA UE EL ARROZ CON TURQUÍA, SU SOCIO EN LA OTAN?


Sí, los últimos acontecimientos que han tenido lugar en las aguas cercanas a Palestina apuntan a que sí. Los dirigentes de la UE, bien instalados en los Despachos Cuadrados de Berlín y París, en particular, con el inestimable concurso de los burócratas de Bruselas y el nunca suficientemente ‘ponderado’ asesoramiento del mundo sindical comunitario, están a punto de conseguir que a la paella a compartir con Turquía se le pase el arroz y haya que tirarla a la basura. Difícilmente se puede ser tan obtusos y faltos de sentido global de lo que significa Europa en el mundo actual para obviar lo que Turquía ha significado y significa para la Unión Europea, tanto para la otrora Europa de la Guerra Fría, plena de penurias y zozobras, como la Europa actual, plena de bienestar, opulencia, buena vida, muy rica y, sumida en el recuento de monedas y control de cajas, sin tiempo ni ganas para ocuparse de su seguridad en la que Turquía ha sido y es todavía ¿Por cuánto tiempo aún? una pieza clave en el tablero internacional.


Turquía ha formado parte de la defensa y seguridad de la Europa Occidental desde su incorporación a la OTAN en 1952. La suerte quiso que la temida confrontación con la URRSS, razón básica por la que la OTAN fue creada en 1948 (Tratado de Bruselas de marzo de 1948), no se produjo pero Turquía estuvo ahí todo el tiempo y su ejército, que en la actualidad lo componen 600.000 hombres de leva obligatoria, es el mayor, después de Francia, en efectivos de personal aportado a la Organización OTAN por una nación europea con voz y voto. A título de ejemplo comparativo cito a Alemania con unos 200.000 hombres en filas y a España con unos 130.000.


La joven nación turca nació en 1922 después de la derrota y derrumbe del Imperio turco otomano que dominó durante seis siglos ¡seis siglos! el Sudeste europeo, el Medio Oriente y el Norte de África hasta Marruecos. Desde la fundación de la República turca el 23 de octubre de 1923 su voluntad europeísta ha sido constante e incuestionable, la supresión del objetivo de expansionismo territorial llevado otrora a cabo por el Imperio otomano fue una constante desde su fundación como nueva nación y la asunción de conceptos claves de corte Occidental tales como son el alfabeto latino, el calendario Gregoriano, el sistema métrico decimal y el Estado laico son hechos que han perdurado hasta nuestros días. Ha sido y es incuestionable la vocación europeísta de la Turquía de Kemal Atatürk y de la población mayoritaria de la Turquía de hoy. Esa es, contado a vuelo de pájaro, la Turquía actual, esa Turquía que nació de las cenizas del Imperio turco otomano, el aliado de Alemania en la Primera Guerra Mundial, y que desde 1952 ha formado parte, de manera muy convincente por su situación geoestratégica y efectivos de su ejército, de la defensa de la Europa Occidental ante la amenaza de la otrora poderosa URRSS. Soldados del ejército turco, dentro de sus obligaciones con la ONU y la OTAN, murieron en la Guerra de Corea en los años 1950/51/52 y 53 y hoy mueren también al otro lado del mundo, en Afganistán, prueba inequívoca de que Turquía ha cumplido y cumple con sus compromisos internacionales.


Sobre la Europa Comunitaria ha lugar a mencionar que desde que los EEUU tomaron sobre sus hombros al final de la Segunda Guerra Mundial, especialmente desde su incorporación a la OTAN en 1949 (Tratado de Washington de 04-04-1949), la responsabilidad económica y la aportación de sus ejércitos y asumió el liderazgo de las fuerzas de la OTAN en Europa, la Europa de la postguerra, hoy la UE, pudo desligarse de las ingentes cantidades de dinero que exigía el poner al día y mantener un ejército que estuviese a la altura de poder contrarrestar las fuerzas que representaban los ejércitos de la URRSS, que nunca fueron cualquier cosa precisamente, y dedicar esas ingentes sumas de dinero a su reconstrucción, al fortalecimiento de su industria y expansión de su comercio a todos los puntos cardinales, lo que le permitió generar una actividad económica y generación de riqueza como no ha habido precedente alguno en la Historia de la Europa Occidental. Los altísimos gastos de seguridad estaban bien cubiertos por el generoso ‘Gran Hermano Americano’ que, si bien obtenía los réditos de esos enormes desembolsos de dinero y aportación de efectivos militares en seguridad por la vía de una influencia omnímoda en el mundo Occidental, cubrió el elevadísimo capítulo económico de la defensa y la Europa Occidental pudo darse el lujo de hacer real el sueño de la clase obrera europea del estado de bienestar llevando a efectos una política generosa en amplios ámbitos sociales de su ciudadanía y permitiéndose el lujo de la práctica del pacifismo en no pocas esferas de poder político. Se había producido en la Europa Occidental una silenciosa pero tácita despreocupación por los temas de seguridad nacional, en lo que a grandes inversiones se refiere, ya que subyacía la tranquilidad de la inequívoca cobertura que le daban los ejércitos de los EEUU integrados en la OTAN con su incuestionable poder por tierra, mar y aire.


En este proceso de despreocupación por los siempre en tiempos de paz contestados desembolsos en el capítulo militar, hubo tiempo y bonanza suficientes para crear el ‘Club de Bruselas’, una especie de unión de elitistas donde había que presentar muy buenas credenciales democráticas y excelente ’pedigrí’ para tener acceso al mismo, además de ser un buen mercado consumidor de equipo fabricado en las naciones que conformaban dicho ‘Club’. Sus fábricas trabajaron a toda mecha para surtir el equipo que precisaban las naciones europeas en vías de desarrollo y aspirantes a formar parte del ‘Club’ que conllevaba el participar, antes o después, de la opulencia que inundó la Europa Comunitaria en sus cuatro puntos cardinales. Todas estas naciones aspirantes a formar parte del ‘Club’ recibían, al entrar a formar parte del mismo, cuantiosas ayudas económicas para levantar sus economías y ponerlas a la altura de la de los socios ricos de la Unión, es decir, para ayudarlas a un acercamiento al PIB medio comunitario.
Turquía, socio Comunitario en su defensa a través de la OTAN como ya he mencionado, lleva intentando desde 1963, año en que se firmó el acuerdo de Asociación entre la UE y Turquía, entrar en la Comunidad Europea y en 1987 presentó oficialmente su petición de adhesión y desde entonces se ha visto vetada insistentemente por una serie de escusas y argumentos dilatorios, como es el caso del contencioso de Chipre entre Turquía y Grecia, que se han alargado ya ininterrumpidamente a lo largo de los años y que han llevado a la otrora entusiasta población turca por su ingreso en la Unión Europea como miembro de pleno derecho a una situación de frustración, apatía y a contemplar ahora con indiferencia y escepticismo dicha incorporación ya que han vislumbrado, después de tantos años de negociaciones y de retórica dilatoria y postergación estudiada, a que pueden existir causas que pudieran ser inconfesables detrás del irracional proceso dilatorio. La gran mayoría de la población turca ha estado expectante a la espera de que su nación pudiera por fin beneficiarse, con su incorporación a la UE como socio de pleno derecho, de las ventajas que le son adherentes, como son la libre circulación de personas y ayudas al desarrollo, entre otros.


A ningún observador de los aconteceres de la política comunitaria en los últimos años sobre la admisión de nuevos socios se le oculta que la política de no admisión seguida con Turquía en el seno de la Unión Europea como miembro de pleno derecho ha sido errónea, injusta y de una irresponsabilidad descomunal por parte de quienes han tenido a su cargo dicha política a lo largo de los años de existencia de la UE. Hay decisiones políticas en altos dignatarios, o decisiones no tomadas, que en no pocos casos han cambiado el curso de la Historia, no siempre hacia lo positivo. En el caso actual de la UE y Turquía puede que nos encontremos ante uno de esos casos y es muy posible que el cambio pueda resultar muy poco halagüeño para Occidente, Oriente Medio y para todo el mundo Occidental. Sigo:


Turquía no es una nación que nación europea alguna esté legitimada para mirar por encima del hombro; su Historia lo avala por los seis siglos que ejerció su dominio, hasta casi antes de ayer, sobre gran parte de la Europa del Este, Medio Oriente y casi todo el Norte de África. El hecho que la actual Turquía no represente todo lo que fue el Imperio otomano no quita que el núcleo de lo que en su día fue ese Imperio está en la Turquía actual, exenta del móvil expansionista otrora practicado por el Imperio. Su vocación europeísta desde su constitución como nueva nación en 1922 la ha convertido en uno de los socios más valiosos de la Europa Occidental, en lo que a su defensa y seguridad se refiere, ya que aporta un potente ejército a los efectivos de la OTAN y es un guardián permanente de la Puerta de Oriente, la puerta por la que han penetrado en Europa las grandes invasiones de Oriente que configuraron, en gran medida, no pocos conceptos de naciones en la Europa a la sazón sin naciones definidas. No obstante, en su ejército y clase dirigente existe el justificado convencimiento de no ser una nación de segundo orden y eso lo avala su extensión territorial de 783.562 Kms 2, una población de unos 75 millones de habitantes y unas fuerzas armadas de 600.000 efectivos en filas, además de su situación geográfica, controladora del Bósforo y llave de la ruta del Oriente, con el añadido de su Historia. [Dato comparativo con una nación de la UE, por ejemplo Alemania: 357.104 Kms 2, unos 82 millones de habitantes y unas fuerzas armadas de 200.000 efectivos, también con servicio militar de leva obligatorio].


Por tanto, a una nación así, con una vocación europeísta de 90 años y una permanencia en la OTAN de 68 no se la debe enredar con cuentos chinos [con el debido respeto para el narrador de cuentos chinos] año tras año, tomando por descontado que su fidelidad, en lo que a su participación en la defensa de la Europa Occidental se refiere, es inquebrantable. Graso error todo lo que signifique un atisbo de afrenta a naciones que, como Turquía, llevan en su bagaje 600 años de gran parte de la Historia de la Europa Occidental/Este-Medio Oriente y que da pie a que Turquía se cuestione lo siguiente: ¿ por qué Turquía que aporta un ejército de 600.000 hombres a la defensa de la Europa Occidental es vetada en su ingreso en esa Europa por Alemania, entre otras naciones de la UE, que sólo aporta un ejército de 200.000 hombres a su defensa? ¿Es consciente Alemania, sigo citando a Alemania como mero ejemplo, que el descuelgue de Turquía de la OTAN le podría significar el tener que duplicar su presupuesto de defensa? Esta situación puede tener como resultado un hastío por parte de Turquía y una necesidad de mirar hacia otra parte y buscar en otra latitud a socios que sí son conscientes de su importancia geoestratégica actual e histórica y que tal vez estén dispuestos a cederle la SILLA PRINCIPAL que por su importancia como nación e historia le corresponde.


Si esto sucediera así no hace falta ser muy lúcido para darse cuenta que un posible descuelgue de Turquía de la OTAN implicaría un cambio sustancial en el ya de por sí enrevesado status existente actualmente en el Medio Oriente que podría originar situaciones insostenibles para Israel y dilatar enormemente la solución negociada entre las partes en conflicto en Palestina, con inevitables posibles consecuencias, muy graves consecuencias, para todas las partes involucradas en el Medio Oriente y el mundo Occidental.


Los Despachos Cuadrados de Berlín y París, que por lo visto son los que llevan la batuta sobre todo lo que se mueve en la UE, precisan de cambio en su ‘simetría’ y ser convertidos en Despachos Ovalados que, por no tener ‘orejeras’, son los que proporcionan más amplitud de miras y posibilidad de ver lo que se está cociendo detrás del Bósforo y los Pirineos, los dos baluartes de la seguridad de Europa, y tomar en consideración las ingentes sumas de dinero que un hipotético descuelgue de Turquía de la OTAN llevaría implícito ya que presumiblemente la OTAN tendría que aumentar considerablemente sus efectivos militares para compensar los que se perderían con este descuelgue y que habría que sustituir con personal y dinero de las otras naciones socios, así como la conformación de un nuevo mapa geoestratégico de la defensa de la Europa Occidental con relación al Sur-Este / Medio Oriente.


Rectificar es de sabios, dicen los entendidos. Esperemos que los que han errado en la UE en el tema de la adhesión de Turquía a lo largo de muchos años rectifiquen y que el arroz que se está cociendo ahora en la paellera no termine pasándose del todo, se haga incomible y haya que tirarlo a la basura.


Termino recordando a los cuantos que se han agenciado en la UE el tomar todas las grandes decisiones por todas las naciones que la configuran, y, consecuentemente, por todos y cado uno de sus respectivos ciudadanos, entre los que me cuento, que no se debe jugar con ‘las cosas del comer’ y que una UE sin las garantías actuales de defensa y seguridad está abocada a la zozobra, a la inseguridad al retraimiento de los emprendedores e inversores y, en sucesión ininterrumpida, al desencuentro, a la discordia, a la precariedad, a la miseria y al hambre.



Las Palmas de Gran Canaria, 22 de junio de 2010.
Daniel Garzón Luna









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