Repetición, por su rabiosa actualidad, de un artículo publicado en este blog el 16 de noviembre de 2011 sobre la importancia de España y Turquía en el contexto de la actual Europa Occidental y Medio Oriente.
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"ESPAÑA Y TURQUÍA SE PROYECTAN COMO MUROS DE CONTENCIÓN DE UNA HIPOTÉTICA IRRUPCIÓN DEL ISLAMISMO RADICAL HACIA LA EUROPA OCCIDENTAL
En uno de mis artículos sobre la OTAN, publicado en este blog el 9 de mayo de 2010 con el titular de “ESPAÑA Y TURQUÍA: LAS ‘DOS COLUMNAS DE HÉRCULES’ DE LA OTAN”, argumentaba la importancia y protagonismo que ambas naciones tendrían en una hipotética descomposición de los regímenes dictatoriales del Norte de África, el Medio Oriente y otras naciones africanas que con mano férrea han mantenido la expansión del islamismo extremista bajo un severo control que, con frecuencia, ha sido sostenido con grandes excesos de poder y derramamiento de sangre.
En los últimos tiempos estamos viviendo cómo naciones islámicas de África se levantan contra sus opresores llegando incluso a conseguir la caída de regímenes que se habían distinguido por su intolerancia y crueldad en el ejercicio del poder. Este movimiento anti-opresión o revolucionario, que aparentemente no ha nacido de la mano de líderes carismáticos o personajes conocidos, es lo que ha venido a ser denominada, no sin ciertos aires de mimetismo democrático de corte occidental, “la Primavera árabe”.
La Europa Occidental, para la que el Mediterráneo ha sido el todo en todo tipo de planteamientos económicos y políticos desde tiempos remotos, ha gozado de los beneficios de una paz y tranquilidad en el ámbito del Mediterráneo en los últimos decenios debido a sus buenas relaciones con los gobiernos de las naciones africanas, especialmente las de la cornisa del Mediterráneo, en su mayoría de corte dictatorial que han utilizado la mano dura y la crueldad para mantener sometidos a sus respectivos pueblos y gozar de una paz social que, como los últimos acontecimientos han demostrado, ha sido más ficticia que real. Ahora, después de que revueltas multitudinarias hayan dado al traste con regímenes instalados en el autoritarismo, ha entrado en escena el deseo popular de implantar el sistema electoral de corte occidental del que salgan gobiernos por sufragio universal como los que sustentan las democracias occidentales y que tan sólidos resultados llevan dando, además de en casi toda Europa Occidental, también en una nación de mayoría de credo musulmán como es Turquía, aliada y unida a la defensa de Occidente desde su incorporación a la OTAN en 1952, aunque insistentemente vetada en su incorporación de pleno derecho a la Unión Europea por los burócratas de Bruselas y, también, y sin tapujos, por la Alemania de Merkel y la Francia de Sarkosy, jefes de gobiernos muy dedicados al recuento del tesoro pero estadistas nulos en la valoración estratégica del contexto Europa Occidental/Oriental/Oriente Medio/Norte de África y, por supuesto, el “Mare Nostrum” que es donde se han ‘asado las sardinas’ de Europa siempre, a través de los siglos.
No hay dudas que le corresponde a Occidente, especialmente a Israel y la Unión Europea, hacer votos para que los acontecimientos en las naciones islámicas de África evolucionen hacia verdaderas democracias al servicio del ciudadano y en las que el individuo tenga las garantías de seguridad jurídica e igualdad que goza en casi todas las naciones de la UE. Está por ver, en lo que a democracia se refiere, en qué dirección soplará el ‘siroco’ de los desiertos africanos.
En lo que al Mar Mediterráneo se refiere, el también llamado “Mar de los Mares”, que queda definido como su propio nombre indica: el mar que media entre dos territorios, el africano y el europeo, podría también haber sido rebautizado como ‘Mar del Infiel’ porque son las aguas en las que a lo largo de siglos se enfrentaron espada en mano dos civilizaciones distinguidas por los credos cristiano y musulmán quienes mutuamente se definían como ‘infieles’, es decir, tanto era un infiel un musulmán para un cristiano como un cristiano para un musulmán. Este mar ha gozado de largos años de paz en enfrentamientos políticos-religiosos entre moros y cristianos desde la extinción del Imperio otomano en 1918 con el fin de la Primera Guerra Mundial. Por supuesto que la sangre ha seguido siendo vertida en sus aguas durante la Segunda Guerra Mundial y los rifirrafes turcos y griegos a cuenta del asunto de Chipre, pero no en enfrentamientos de corte religioso a escala guerra sin cuartel entre religiones. Esperemos que ningún tipo de radicalismo, de ningún signo religioso, nos conduzca a que ese Mar Mediterráneo nos conlleve a su renombre como “Mar del Infiel”.
¿Y qué papel les toca jugar a España y Turquía en toda esta historia del Mediterráneo, de África del Note, del cercano Oriente, del Oriente Medio y del África musulmana restante?
Sí tienen un papel fundamental que jugar ambas naciones, precisamente por ser ambas miembros de la OTAN, en garantizar, como inexpugnables muros de contención, que un expansionismo del fundamentalismo religioso islámico en naciones africanas haga posible una invasión maratoniana de Europa Occidental y ponga de cara a la pared a su cultura cristiana. En este supuesto contexto, sería Turquía la que de forma más determinante podría poner un brusco freno a ese radicalismo religioso precisamente por tener consolidada una democracia de corte occidental y ser una nación laica con mayoría musulmana moderada. Sobre este tema sugiero la lectura de mi ya citado artículo sobre la importancia de “España y Turquía: las dos ‘Columnas de Hércules’ de la OTAN” que reproduzco íntegramente a continuación, recomendando especial atención al apartado, conciso, dedicado al Norte de África y el Medio Oriente.
Las Palmas de Gran Canaria, 16 de noviembre de 2011."
Gran Canaria, 6 de julio de 2015.
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