GRAN CANARIA EN SU ENCRUCIJADA

GRAN CANARIA EN SU ENCRUCIJADA

sábado, 13 de noviembre de 2021

¿Por qué el Soldado Regular lleva hoy colgando parte de los flecos de la faja? He aquí la razón:

 

¿Por qué el Soldado Regular lleva hoy colgando parte de los flecos de la faja? He aquí la razón:

Bandera de Regulares de Tetuán Nº 1; la Unidad militar más galardonada del Ejército de España; ostenta 26 laureadas.

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Anécdota de una vivencia de un soldado del Regimiento de Regulares de Tetuán nº 1 que perdura en la uniformidad de los Regimientos de Regulares desde el día de los hechos (1964) hasta la actualidad (2021), 57 años  después.

Para comenzar, debo hacer un corto recorrido a vuelapluma del porqué yo hice el servicio militar, a la sazón obligatorio para todo español, y no me libré de hacerlo cuando pude hacerlo legalmente.

El período de "entrada en caja" como recluta para hacer el servicio militar obligatorio me cogió a mi trabajando en Alemania como camarero en un hotel en Colonia  -corría el año 1960-   y me acogí a la ley de prórroga militar que permitía permanecer en el extranjero hasta la edad de 30 años, con dos meses de estancia en España cada año, y la obligatoriedad de notificar al consulado correspondiente los posibles cambios de residencia durante el período de la prórroga, pasando a los 30 años a la reserva y poder volver a residir en España sin hacer la "mili". La Jura de la Bandera la hice en el Consulado de Duseldorf, con otros mozos en mi situación en Alemania, donde el cónsul nos ofreció un vino español para celebrar el evento.

Más tarde, estando a la sazón trabajando como camarero en el grill del  prestigioso hotel "Westbury Hotel" en la famosa calle Bond Street de Londres, decidí renunciar a la prórroga y hacer la "mili" en España; corría el año 1962. (¡Menudo empute se cogió el jefe de personal del Hotel cuando le presenté mi dimisión porque le había costado sudores el conseguir mi permiso de trabajo del Home Office, argumentando mis conocimientos de idiomas,  en una época en la que regresaban a Londres sin empleo numerosos camareros británicos de la costa por fin de temporada!)

Por ser residente a la sazón en Londres entré en la Caja de Reclutas de Bilbao y recibí de Capitanía de la Región Militar de Bilbao, vía valija diplomática que me entregó en la embajada de España en Londres el propio embajador   -muy extrañado y lleno de curiosidad el hombre que un sujeto menudo que trabajaba de camarero en Londres recibiera vía valija diplomática un sobre cerrado de un alto mando del Ejército español-  en cuya carta se me notificaba que había sido destinado, en el habitual sorteo de destino de los nuevos reclutas, al Regimiento de Regulares de Tetuán nº 1, con sede en Ceuta, y la fecha en la que me debía presentar en la Caja de Reclutas de mi lugar de residencia en España para ser trasladado a mi Regimiento.

Regulares de Tetuán Nº 1 con su bandera, la más galardonada del Ejército Español con 26 leureadas

Me presenté en la fecha que se me indicaba en la Caja de Reclutas de Huelva, provincia en la que residía en España, y se me entregó el correspondiente pase ferroviario para que me presentase en el cuartel de transeúntes de Algeciras, donde fui recogido por un transporte de Regulares que me llevó al campamento de Facinas, Cádiz, lugar en la que mi Regimiento hacía el período de instrucción.

Mi paso por el Ejército tuvo tres fases, a saber:

Primera fase: Período de instrucción en Facinas; duro, como todos los períodos de instrucción de otras unidades aunque, tal vez, algo más duro por tratarse de fuerzas especiales.

Segunda fase: destino de mecanógrafo en la Primera Oficina del Regimiento en Ceuta, por méritos propios, sin recomendación alguna. (Aprendí desde muy joven el método ciego de escribir a máquina que me dio gran velocidad de escritura)

 Tercera fase: Traductor de alemán a las órdenes directas del Capitán General del Ejército del Norte de África Ramón Gotarredona Prats, en la secretaría del General, adscrito a la compañía de destinos de Capitanía. Durante esta fase se produjo el incidente que dio lugar a la "anécdota" de los "flecos colgando" de la faja de las Unidades de Regulares.

Capitanía del Ejército del Norte de África en Ceuta

Teniente General Ramón Gotarredona Prats

Capitán General del Ejercito del Norte de África (se retiró del Ejército en l964 a los 66 años; murió el 14-10-1968 en el Hospital Militar de Palma de Mallorca)

Cuartel de Regulares de Tetuán nº 1 en Ceuta

El porqué el soldado Regular de la imagen se convirtió en protagonista involuntario del incidente que originó la consolidación de los "flequillos colgando" de la faja del soldado Regular

La leyenda de la "mili" española pinta generalmente al recluta atribulado ante la entrega por Vestuarios de uniforme demasiado grande, por lo general. No es tal leyenda, en cierto modo; suele ocurrir con frecuencia que el recluta recibe ropa demasiado grande, situación ésta que él suele solucionar recurriendo al compañero sastre que por poco dinero le arregla el uniforme más o menos a medida. A todo soldado le gusta lucir el palmito con orgullo.

En el caso del soldado que vemos en la imagen, mi caso, no fue una excepción; recibí un uniforme una o dos tallas más grande de lo que necesitaba. No obstante, pensé que si el Ejército me vestía de esa manera no había ninguna razón para que yo gastase mis escasos recursos en arreglarme el uniforme; por tanto, y como se puede apreciar en la foto, era un soldado Regular pero sin su chulería clásica, un poco payaso.

A todo esto, fue destinado a la Capitanía General del Norte de África el Teniente General Ramón Gotarredona Ptras, como Capitán General. Este hecho originó una cierta conmoción en la oficialidad del Ejército del Norte de África porque era sobradamente sabido su rectitud y exigencia con la oficialidad, como dejó prueba de ello a su paso por Canarias como Capitán General de Canarias, por lo que todas las unidades se aprestaron a endurecer la disciplina de sus unidades en previsión de lo que podría venir. No obstante, y según Radio Macuto  de la época, el General podía no incorporarse al mando del Ejército del Norte de África porque su estado de visión era muy pobre y se encontraba sufriendo una operación de la vista. Esta noticia trajo una cierta esperanza a la oficialidad de que se retirase del Ejército, si la operación no resultaba satisfactoria y dado su edad, y no se incorporara al puesto de Capitán General.

No fue así y el Teniente General Gotarredona se incorpora a la Capitanía General del Ejército del Norte de África. ¿Consecuencias inmediatas? La oficialidad de la Plaza de Ceuta dejó de verse por la calle en horas de trabajo, bien en oficina o en el campo de entrenamiento. Se endureció la revista a la tropa a la salida del paseo cotidiano de las tardes pues a todos los coroneles de las unidades de Ceuta les preocupaba que la vigilancia en las horas del paseo pudiese anotar algún incumplimiento en la uniformidad de sus soldados  y que el oficial de vigilancia, que reportaba al General todos los días a primera hora de la mañana con las incidencia en la vigilancia del día anterior, le diera cuenta de la incidencia. Regulares no fue una excepción en el reajuste disciplinario y el uso de flecos colgando en la faja, que cada soldado solía utilizar a criterio como siempre, pasó a ser recogido obligatoriamente, rompiendo así con la tradición de parte de los flecos sueltos de los Regulares, según el espíritu chulesco de cada soldado Regular.

A todo esto, Capitanía pasa una orden a todas las Unidades en Ceuta y Melilla que los soldados que sepan alemán sean enviados a Capitanía al objeto de sufrir un examen del idioma. Entre los soldados que fueron enviados de distintos Regimientos me encontraba yo que fui examinado por un Teniente Coronel de Estado Mayor y aceptado como traductor del General a sus órdenes inmediatas, pasando a ejercer mi cometido de traductor en la secretaría particular del General y adscrito a la Compañía de Destinos de Capitanía.

 En esta secretaría se encontraban un Sargento de Estado Mayor, dos mecanógrafos, Alfredo y Tomas, y los tres Tenientes Coroneles que acompañaban al General en todas sus salidas a la Plaza que eran diarias, comenzando siempre por la visita al Hospital Militar donde se interesaba de forma individual por la situación de cada soldado hospitalizado; le solía seguir la visita al campo de ejercicios donde observaba toda la actividad y donde solía premiar con un permiso especial al soldado que destacase en la ejecución de los ejercicios, que no eran precisamente ejercicios de salón. Aparte de estas visitas casi obligatorias, no estaba descartado la visita inesperada a alguna Unidad, en el momento del rancho especialmente.

De los tres Tenientes Coroneles ayudantes, el Teniente Coronel Troncoso es el que solía redactar al mecanógrafo Alfredo, rapidísimo con la máquina, todas las órdenes que emanaban del General.

Al Teniente Coronel Troncoso, sin ser del Arma de Regulares, pareció hacerle daño a la vista mi desgarbado uniforme de Regulares y ordenó al Capitán de la Compañía de Estado Mayor, a la que yo había sido adscrito, que el sastre de la Compañía me acondicionara el uniforme en consonancia con mi hechura. Cosa ordenada y hecha: aquel mismo día el sastre de la Compañía me arregló el uniforme y me convirtió en un soldado Regular como mandan los cánones.

 El Teniente Coronel Troncoso quedó satisfecho con el nuevo soldado Regular que, aparte del arreglo del uniforme, llevaba los flecos de la faja recogidos como todos los demás Regulares del Regimiento. No le agradó al Teniente Coronel la visión del soldado lechuga  -faja apretada sin flecos colgando-  y me dijo que los Regulares siempre han llevado parte de los flecos de la faja colgando y que yo así me la pusiera. Así lo hice ese mismo día: parte de los flecos colgando. ¡El lío de los flecos recogidos o colgando ha comenzado!

Soldado Regular histórico, flecos colgando

Esa misma tarde, en mi habitual paseo por la calle Real de Ceuta junto con Alfredo y Tomás  -los tres disponíamos de un pase especial firmado por el propio General que nos permitía pasear por Ceuta fuera de las horas de paseo-   fui parado por la Vigilancia y conminado a recogerme los flecos de la faja; mis argumentos de que el Teniente Coronel Troncoso, Ayudante de Campo del General, me había dicho que los flecos tienen que ir colgando no sirvieron de nada; el Cabo Primero fue tajante en que tenía que recogerme los flecos. Como no había duda en la actitud del Primero de que tenía que obedecer, recogí los flecos.

Pase firmado por el General para pasear fuera del horario de paseo

El Oficial de Guardia de la Vigilancia reportó a la mañana siguiente esta incidencia del día anterior al General y poco después me llama el General a su despacho y me preguntó qué pasó el día anterior con la Vigilancia. Le conté que llevaba los flecos colgando porque así me lo había dicho el Teniente Coronel Troncoso y que la Vigilancia no quiso saber del asunto y me obligó  a recoger los flecos. Ahora se producen las palabras claves por parte del General: "Daniel vuelve a llevar los flecos colgando y si te vuelve a molestar la Vigilancia les dices que llevas los flecos colgando porque así te lo he ordenado yo"

Ese mismo día, en mi paseo habitual de la tarde acompañado de Alfredo y Tomas  -casualmente ese día le tocaba vigilancia a mi Regimiento-,   encontrándonos paseando por la calle Real de Ceuta, corazón de la vida de la ciudad por las tardes, se nos acerca una pareja de la Vigilancia, soldado y cabo Primero, y el Primero me ordenó recoger los flecos de la faja; le dije lo que me dijo el General, que era orden suya que llevara los flecos colgando y que si me molestaba la Vigilancia les dijera que  era orden suya. No quiso saber nada el Primero de lo de una orden del General e insistió en que me recogiera los flecos. Volví a negarme con el mismo argumento, el Primero se excitó y me mandó ponerme de espaldas a la pared y mandó al soldado a buscar al Oficial de Guardia.

A todo esto, numerosos ceutíes que iban a sus quehaceres comenzaron a pararse y presenciar la escena, inusitada en una ciudad de tropa tan disciplinada como Ceuta, viendo a un soldado puesto contra la pared en plena calle.

Después de una larga espera contra la pared mientras encontraban al Oficial de Guardia, apareció el Oficial con todos sus arreos, sable y más colgantes, un Alférez de los universitarios que hacían la "mili" por fases, quien inmediatamente me conminó a que me recogiera los flecos de la faja; le repetí al Oficial lo que antes le había dicho al Primero, que era una orden del General y que yo no desobedecía una orden del General; no se dio por satisfecho el Oficial con mi respuesta y me volvió a conminar a recogerme los flecos, a lo que yo me negué nuevamente con el mismo argumento; nuevamente, y por tercera vez y cada vez más contrariado, el Oficial me conmina a recogerme los flecos de la faja y mi instinto de conservación me dijo   -recordando aquello que es lo único, tal vez, que sabe el soldado del Código Militar: "la insubordinación se castiga en el acto y con los medios disponibles"-   que la situación no era para bromas ante un Oficial novato y que mejor obedecer. Obedecí al Alférez pero con la mención que él me obligaba a desobedecer una orden del General. Así terminó esa tarde la historia de los flecos colgando de un Soldado Regular en la calle principal de Ceuta.

No obstante, y como no podía ser de otra manera, esta historia no terminó ahí.

A la mañana siguiente, después de que el Oficial de la  Vigilancia del día anterior en el que tuvo lugar el incidente hubiese dado su informe de las incidencias del día al General  -nunca supe cuál fue el diálogo entre el Oficial de la Vigilancia y el General, lógicamente, pero me habría encantado saberlo-, el Teniente Coronel Troncoso dicta al mecanógrafo Alfredo la siguiente orden  -palabra más o menos-  del General: "A partir del día de la fecha todas las Unidades de Regulares llevarán colgando parte de los flecos de la faja".

Este incidente tuvo lugar en el año 1964 y hoy, 57 años después, aún sigue el Soldado Regular luciendo parte de los flecos de su faja colgando, chulescamente,  nada de Regular lechuga. (atado como una lechuga)-

Quiero terminar diciendo que esta historia no la cuenta este viejo de 83 años que relata una batallita de sus tiempos de "mili", es un hecho real que todos los días pueden comprobar los ceutíes y melillenses por las calles de sus respectivas ciudades, ciudades en las que están destinadas estas Unidades, así como los madrileños en el desfile del 12 de Octubre en el que Regulares se distingue por el colorido de su uniforme y porte en el desfilar...¡con los flecos de la faja colgando!

Carta manuscrita de mi General desde su retiro en Ibiza

                                                 Teniente General Ramón  Gotarredona Prats 

Desde estas líneas quiero rendir póstumo homenaje a ese gran General que con sus órdenes, dictadas en mi presencia como oyente mudo, tan alto dejó en mi ánimo mi sentir sobre el Militar Español.

                                                                                                                                   

                                                              Enlace : La muerte no es el final (vídeo)

   

Daniel Garzón Luna
Soldado de Regulares  de Tetuán Nº1 (reemplazo 1963/64)
Foto: terraza del otrora "Bar Garzón", El Valle, Riotinto, Huelva

                                          Desfile en Madrid el Día de la Hispanidad 12-10-2021


Regulares de Tetuán Nº 1 - desfile en Madrid, Día de la Hispanidad, 12-10-2021
Flecos colgando


Regulares de Ceuta, faja roja, flecos colgando


Regulares de Melilla, faja verde, flecos colgando



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