¿Por qué el Soldado Regular lleva hoy
colgando parte de los flecos de la faja? He aquí la razón:
Bandera de Regulares de Tetuán Nº 1; la
Unidad militar más galardonada del Ejército de España; ostenta 26 laureadas.
*
Anécdota de una vivencia de un soldado del
Regimiento de Regulares de Tetuán nº 1 que perdura en la uniformidad de los
Regimientos de Regulares desde el día de los hechos (1964) hasta la actualidad
(2021), 57 años después.
Para comenzar, debo hacer un corto recorrido
a vuelapluma del porqué yo hice el servicio militar, a la sazón obligatorio para
todo español, y no me libré de hacerlo cuando pude hacerlo legalmente.
El período de "entrada en caja"
como recluta para hacer el servicio militar obligatorio me cogió a mi trabajando
en Alemania como camarero en un hotel en Colonia -corría el año 1960- y me
acogí a la ley de prórroga militar que permitía permanecer en el extranjero
hasta la edad de 30 años, con dos meses de estancia en España cada año, y la
obligatoriedad de notificar al consulado correspondiente los posibles cambios
de residencia durante el período de la prórroga, pasando a los 30 años a la
reserva y poder volver a residir en España sin hacer la "mili". La Jura de la Bandera la hice
en el Consulado de Duseldorf, con otros mozos en mi situación en Alemania,
donde el cónsul nos ofreció un vino español para celebrar el evento.
Más tarde, estando a la sazón trabajando como
camarero en el grill del prestigioso
hotel "Westbury Hotel" en la famosa calle Bond Street de Londres,
decidí renunciar a la prórroga y hacer la "mili" en España; corría el
año 1962. (¡Menudo empute se cogió el jefe de personal del Hotel cuando le
presenté mi dimisión porque le había costado sudores el conseguir mi permiso de
trabajo del Home Office, argumentando mis conocimientos de idiomas, en una época en la que regresaban a Londres
sin empleo numerosos camareros británicos de la costa por fin de temporada!)
Por ser residente
a la sazón en Londres entré en la Caja de Reclutas de Bilbao y recibí de
Capitanía de la Región Militar de Bilbao, vía valija diplomática que me entregó
en la embajada de España en Londres el propio embajador -muy extrañado y lleno de curiosidad el
hombre que un sujeto menudo que
trabajaba de camarero en Londres recibiera vía valija diplomática un sobre
cerrado de un alto mando del Ejército español-
en cuya carta se me notificaba que había sido destinado, en el habitual
sorteo de destino de los nuevos reclutas, al Regimiento de Regulares de Tetuán
nº 1, con sede en Ceuta, y la fecha en la que me debía presentar en la Caja de
Reclutas de mi lugar de residencia en España para ser trasladado a mi
Regimiento.
Regulares de Tetuán Nº 1 con su bandera, la más galardonada del Ejército Español con 26 leureadas
Me presenté en la fecha que se me indicaba en la Caja de Reclutas de Huelva, provincia en la que residía en España, y se me entregó el correspondiente pase ferroviario para que me presentase en el cuartel de transeúntes de Algeciras, donde fui recogido por un transporte de Regulares que me llevó al campamento de Facinas, Cádiz, lugar en la que mi Regimiento hacía el período de instrucción.
Mi paso por el Ejército tuvo tres fases, a saber:
Primera fase: Período de instrucción en Facinas; duro,
como todos los períodos de instrucción de otras unidades aunque, tal vez, algo
más duro por tratarse de fuerzas especiales.
Segunda fase: destino de mecanógrafo en la Primera Oficina del Regimiento en Ceuta, por méritos propios, sin recomendación alguna. (Aprendí desde muy joven el método ciego de escribir a máquina que me dio gran velocidad de escritura)
Capitanía
del Ejército del Norte de África en Ceuta
Teniente
General Ramón Gotarredona Prats
Capitán
General del Ejercito del Norte de África (se retiró del Ejército en l964 a los
66 años; murió el 14-10-1968 en el Hospital Militar de Palma de Mallorca)
Cuartel
de Regulares de Tetuán nº 1 en Ceuta
El
porqué el soldado Regular de la imagen se convirtió en protagonista
involuntario del incidente que originó la consolidación de los "flequillos
colgando" de la faja del soldado Regular
La leyenda
de la "mili" española pinta generalmente al recluta atribulado
ante la entrega por Vestuarios de uniforme demasiado grande, por lo general. No
es tal leyenda, en cierto modo; suele ocurrir con frecuencia que el recluta
recibe ropa demasiado grande, situación ésta que él suele solucionar
recurriendo al compañero sastre que por poco dinero le arregla el uniforme más
o menos a medida. A todo soldado le gusta lucir el palmito con orgullo.
En el caso del soldado que vemos en la
imagen, mi caso, no fue una
excepción; recibí un uniforme una o dos tallas más grande de lo que necesitaba.
No obstante, pensé que si el Ejército me vestía de esa manera no había ninguna
razón para que yo gastase mis escasos recursos en arreglarme el uniforme; por
tanto, y como se puede apreciar en la foto, era un soldado Regular pero sin su chulería clásica, un poco payaso.
A todo esto, fue destinado a la Capitanía
General del Norte de África el Teniente General Ramón Gotarredona Ptras, como
Capitán General. Este hecho originó una cierta conmoción en la oficialidad del
Ejército del Norte de África porque era sobradamente sabido su rectitud y
exigencia con la oficialidad, como dejó prueba de ello a su paso por Canarias
como Capitán General de Canarias, por lo que todas las unidades se aprestaron a
endurecer la disciplina de sus unidades en previsión de lo que podría venir. No
obstante, y según Radio Macuto de la época, el General podía no incorporarse
al mando del Ejército del Norte de África porque su estado de visión era muy
pobre y se encontraba sufriendo una operación de la vista. Esta noticia trajo
una cierta esperanza a la oficialidad de que se retirase del Ejército, si la
operación no resultaba satisfactoria y dado su edad, y no se incorporara al
puesto de Capitán General.
No fue así y el Teniente General Gotarredona
se incorpora a la Capitanía General del Ejército del Norte de África.
¿Consecuencias inmediatas? La oficialidad de la Plaza de Ceuta dejó de verse
por la calle en horas de trabajo, bien en oficina o en el campo de
entrenamiento. Se endureció la revista a la tropa a la salida del paseo
cotidiano de las tardes pues a todos los coroneles de las unidades de Ceuta les
preocupaba que la vigilancia en las horas del paseo pudiese anotar algún
incumplimiento en la uniformidad de sus soldados y que el oficial de vigilancia, que reportaba
al General todos los días a primera hora de la mañana con las incidencia en la
vigilancia del día anterior, le diera cuenta de la incidencia. Regulares no fue
una excepción en el reajuste disciplinario y el uso de flecos colgando en la
faja, que cada soldado solía utilizar a criterio como siempre, pasó a ser
recogido obligatoriamente, rompiendo así con la tradición de parte de los
flecos sueltos de los Regulares, según el espíritu chulesco de cada soldado Regular.
A todo esto, Capitanía pasa una orden a todas
las Unidades en Ceuta y Melilla que los soldados que sepan alemán sean enviados
a Capitanía al objeto de sufrir un examen del idioma. Entre los soldados que
fueron enviados de distintos Regimientos me encontraba yo que fui examinado por
un Teniente Coronel de Estado Mayor y aceptado como traductor del General a sus
órdenes inmediatas, pasando a ejercer mi cometido de traductor en la secretaría
particular del General y adscrito a la Compañía de Destinos de Capitanía.
En
esta secretaría se encontraban un Sargento de Estado Mayor, dos mecanógrafos,
Alfredo y Tomas, y los tres Tenientes Coroneles que acompañaban al General en
todas sus salidas a la Plaza que eran diarias, comenzando siempre por la visita
al Hospital Militar donde se interesaba
de forma individual por la situación de cada soldado hospitalizado; le
solía seguir la visita al campo de ejercicios donde observaba toda la actividad
y donde solía premiar con un permiso
especial al soldado que destacase en la ejecución de los ejercicios, que no
eran precisamente ejercicios de salón. Aparte de estas visitas casi obligatorias, no estaba descartado la
visita inesperada a alguna Unidad, en el momento del rancho especialmente.
De los tres Tenientes Coroneles ayudantes, el Teniente Coronel Troncoso es el que solía redactar al mecanógrafo Alfredo, rapidísimo con la máquina, todas las órdenes que emanaban del General.
Al Teniente Coronel Troncoso, sin ser del Arma de Regulares, pareció hacerle daño a la vista mi desgarbado uniforme de Regulares y ordenó al Capitán de la Compañía de Estado Mayor, a la que yo había sido adscrito, que el sastre de la Compañía me acondicionara el uniforme en consonancia con mi hechura. Cosa ordenada y hecha: aquel mismo día el sastre de la Compañía me arregló el uniforme y me convirtió en un soldado Regular como mandan los cánones.
Soldado Regular histórico, flecos colgando
Esa misma tarde, en mi habitual paseo por la
calle Real de Ceuta junto con Alfredo y Tomás
-los tres disponíamos de un pase especial firmado por el propio General
que nos permitía pasear por Ceuta fuera de las horas de paseo- fui parado por la Vigilancia y conminado a
recogerme los flecos de la faja; mis argumentos de que el Teniente Coronel
Troncoso, Ayudante de Campo del General, me había dicho que los flecos tienen que
ir colgando no sirvieron de nada; el Cabo Primero fue tajante en que tenía que
recogerme los flecos. Como no había duda en la actitud del Primero de que tenía
que obedecer, recogí los flecos.
Pase firmado por el General para pasear fuera
del horario de paseo
El Oficial de Guardia de la Vigilancia
reportó a la mañana siguiente esta incidencia del día anterior al General y
poco después me llama el General a su despacho y me preguntó qué pasó el día
anterior con la Vigilancia. Le conté que llevaba los flecos colgando porque así
me lo había dicho el Teniente Coronel Troncoso y que la Vigilancia no quiso
saber del asunto y me obligó a recoger
los flecos. Ahora se producen las palabras claves por parte del General: "Daniel vuelve a llevar los flecos
colgando y si te vuelve a molestar la Vigilancia les dices que llevas los
flecos colgando porque así te lo he ordenado yo"
Ese mismo día, en mi paseo habitual de la
tarde acompañado de Alfredo y Tomas
-casualmente ese día le tocaba vigilancia a mi Regimiento-, encontrándonos paseando por la calle Real de
Ceuta, corazón de la vida de la ciudad por las tardes, se nos acerca una pareja
de la Vigilancia, soldado y cabo Primero, y el Primero me ordenó recoger los
flecos de la faja; le dije lo que me dijo el General, que era orden suya que
llevara los flecos colgando y que si me molestaba la Vigilancia les dijera
que era orden suya. No quiso saber nada
el Primero de lo de una orden del General e insistió en que me recogiera los
flecos. Volví a negarme con el mismo argumento, el Primero se excitó y me mandó
ponerme de espaldas a la pared y mandó al soldado a buscar al Oficial de
Guardia.
A todo esto, numerosos ceutíes que iban a sus
quehaceres comenzaron a pararse y presenciar la escena, inusitada en una ciudad
de tropa tan disciplinada como Ceuta, viendo a un soldado puesto contra la
pared en plena calle.
Después de una larga espera contra la pared
mientras encontraban al Oficial de Guardia, apareció el Oficial con todos sus arreos, sable y más colgantes, un
Alférez de los universitarios que hacían la "mili" por fases, quien
inmediatamente me conminó a que me recogiera los flecos de la faja; le repetí
al Oficial lo que antes le había dicho al Primero, que era una orden del
General y que yo no desobedecía una orden del General; no se dio por satisfecho
el Oficial con mi respuesta y me volvió a conminar a recogerme los flecos, a lo
que yo me negué nuevamente con el mismo argumento; nuevamente, y por tercera vez y cada vez más
contrariado, el Oficial me conmina a recogerme los flecos de la faja y mi
instinto de conservación me dijo
-recordando aquello que es lo único, tal vez, que sabe el soldado del
Código Militar: "la insubordinación se castiga en el acto y con los medios
disponibles"- que la situación no
era para bromas ante un Oficial novato
y que mejor obedecer. Obedecí al Alférez pero con la mención que él me obligaba
a desobedecer una orden del General. Así
terminó esa tarde la historia de los
flecos colgando de un Soldado Regular en la calle principal de Ceuta.
No obstante, y
como no podía ser de otra manera, esta
historia no terminó ahí.
A la mañana siguiente, después de que el
Oficial de la Vigilancia del día
anterior en el que tuvo lugar el incidente hubiese dado su informe de las
incidencias del día al General -nunca
supe cuál fue el diálogo entre el Oficial de la Vigilancia y el General,
lógicamente, pero me habría encantado saberlo-, el Teniente Coronel Troncoso
dicta al mecanógrafo Alfredo la siguiente orden
-palabra más o menos- del
General: "A partir del día de la
fecha todas las Unidades de Regulares llevarán colgando parte de los flecos de
la faja".
Este incidente tuvo lugar en el año 1964 y hoy, 57 años después, aún sigue el Soldado Regular luciendo parte de los flecos de su faja colgando, chulescamente, nada de Regular lechuga. (atado como una lechuga)-
Quiero terminar diciendo que esta historia no
la cuenta este viejo de 83 años que relata una batallita de sus tiempos de "mili", es un hecho real que
todos los días pueden comprobar los ceutíes y melillenses por las calles de sus
respectivas ciudades, ciudades en las que están destinadas estas Unidades, así
como los madrileños en el desfile del 12 de Octubre en el que Regulares se
distingue por el colorido de su uniforme y porte en el desfilar...¡con los
flecos de la faja colgando!
Teniente General Ramón Gotarredona Prats
Desde estas líneas quiero rendir póstumo
homenaje a ese gran General que con sus órdenes, dictadas en mi presencia como
oyente mudo, tan alto dejó en mi ánimo
mi sentir sobre el Militar Español.
Enlace : La muerte no es el final (vídeo) |
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